En primer lugar diré que estoy conmovido por la emocionante despedida, gracias infinitas. Todos transmitiendo buenas vibraciones y deseos, nos fuimos por Piedra Verde a Fredonia más de 150 ciclistas. Ese primer día fueron 48 Km que nunca olvidaré.

ERA LA MADRUGADA DEL 17 DE ABRIL DE 2010 Y AÚN ESTABA OSCURO. HABÍA MOVIMIENTO EN CASA PUES NADIE CONCILIÓ EL SUEÑO ESA NOCHE, MI CORAZÓN LATÍA FUERTE.  TENÍA MIEDO Y ESTABA ANSIOSO. EMPAQUÉ Y TERMINÉ DE AJUSTAR ALGUNAS COSAS EN LAS ALFORJAS.  SE INICIABA EL GRAN VIAJE.

El municipio de Jardín mi tierra natal fue la segunda parada. ¡ Oh libertad que perfumas las montañas de mi “tierra” ! Allí una nueva despedida se armó en un par de horas, esta vez los amigos de mi cuna natal.

gira la bielaCerca al Alto de Ventanas en Jardín, Antioquia.

«Trepamos sobre el lomo andino, allá abajo, en ese vallecito de mi tierra natal enmarcado por altas cordilleras, en la altura, reímos alegremente».  Avanzamos hasta Anserma y un poco más abajo al borde de carretera, hicimos el primer campamento. Al día siguiente todos deseaban continuar, una despedida singular y preparatoria de otras que seguro vendrán…

Gira la biela, ya estoy en Salento en pleno eje cafetero. El Valle del Cocora es un agradable lugar donde las danzantes palmas de cera y loros orejiamarillos alegran cada instante del día. Allí descansé, lavé ropa e hice algunos ajustes a la bicicleta, el susto inicial iba desapareciendo.

gira la bielaValle del Cocora en Salento, Quindío.

Sentí los primeros dolores, en la empinada subida al mítico Alto de La Línea. Bajé al gran Valle del Magdalena entre grandes extensiones ganaderas, cultivos de sorgo, arroz y algodón que dibujan el paisaje. En Aipe, a orillas de Yuma el gran río preparé todo para pasar la noche en el árido, solitario y encantador desierto de la Tatacoa. La noche no fue clara como hace algunos años atrás que vine, así que el firmamento y sus luminarias otra vez serán.

gira la bielaLa piscina en el Desierto de la Tatacoa, Huila.

Un par de días después llegué a la fértil e histórica San Agustín, encumbrada en hermosas mesetas. Estaba en el macizo colombiano, lugar donde nacen las grandes aguas de nuestro país.

Me quedé un par de días disfrutando de La Casa de Ciclistas de Igel y Paola y de su hospitalidad. Sembré un árbol en el bosque que ellos han dispuesto para cada cicloviajero que los visita. Aproveché para recuperarme de los dolores que no se iban, con reposo, estiramientos y leves masajes que me sentaron muy bien.

gira la bielaParque Arqueológico de San Agustín, Huila.

Ya que quería hacer de nuevo El Trampolín de la Muerte, bajé a la capital del Putumayo. En mi parecer, uno de los trayectos  más agradables que tiene Colombia para hacer en bicicleta.

Era el medio día y ya había pasado El Mirador, próximo al Alto “Filo Hambre” al que llegué casi a ciegas, pues la neblina estaba espesa. Me interné cada vez más en el lugar, subí, bajé y me trepé al Alto Putumayo. Las gotas de agua comenzaban a caer y hacía algo de frío, abajo Colón, San Francisco, Sibundoy y Santiago comenzaban a encender sus luces. Estas imponentes montañas te enseñan sobre la humildad, la perseverancia, la voluntad y la importancia del silencio.

gira la bielaTrampolín de la Muerte, Putumayo.

Entre taitas y plantas sagradas descansé un par de días. Un poco más arriba de Sibundoy, el Páramo de Pasto es custodiado por miles de delicados frailejones que me daban la bien llegada a la minifundista y hermosa tierra nariñense.

Arribé en medio de una variedad de coloridos cultivos a  la Laguna de la Cocha. Fui a la isla de la Corota en compañía de las bellas y sencillas personas de la región. Pasé la fría tarde en el hostal, disfrutando del calor de la chimenea y de la mejor trucha ahumada que haya comido.

gira la bielaLaguna de la Cocha, Nariño.

Estoy próximo al hermano país del Ecuador, en Ipiales. Hoy encontré un par de cicloviajeros que suben desde el sur, en una bicicleta tipo tándem. Sus rostros están iluminados, su luz me da un leve impulso para continuar. Confieso que tengo algo de temor, mañana en cierto modo comienza el verdadero viaje…