Para llegar a el Alto de Ventanas hay que ascender de 100 a 2000 Msnm en muy pocos kilómetros, es una trepada dura y continua. No voy a ser exacto con los datos porque en este caso no interesa, como tampoco interesa el paisaje o el clima, lo importante aquí es la enseñanza de vida que me dejó esa típica subida colombiana.

RECUERDO QUE MI ODÓMETRO MARCABA 24.900 KILÓMETROS PEDALEADOS POR LA AMÉRICA DEL SUR, ESTABA PRÓXIMO A LLEGAR A LA CAPITAL DE LA MONTAÑA, ESE DÍA LA IDEA ERA LLEGAR A YARUMAL, ASÍ QUE TEMPRANO SALÍ DE CAUSACIA, LUGAR DONDE PASE LA NOCHE ANTERIOR.

El trafico estaba cortado abajo, así que había una inmensa fila de autos a mi izquierda queriendo bajar, mientras yo subía por un carril para mi solo. Esto, a simple vista, parece muy bueno, pero los conductores deseosos de saber porqué no avanzaban, me paraban cada 300 metros para preguntarme si sabia algo y la charla se extendía a:

  • ¿De dónde viene?
  • ¿A dónde va?
  • ¿Porqué en bici?

La eterna encuesta la fui resolviendo en medio de la generosidad colombiana, siempre dispuestos a ofrecer algo, desde refrescos, café con leche, arepas, pan de queso, etc.

La subida se hacia eterna con tantas paradas, así que decidí bajarme de Baraka (mi bicicleta) a descansar, pues estaba cansado de tanto arrancar y parar. Como la charla nunca es suficiente paré junto a un hombre de unos 35 años que estaba sobre mi carril fumando un cigarrillo, no se demoro en ofrecerme uno, acepté y nos pusimos a charlar.

Luego de las preguntas de siempre llegó el momento del “que vas a hacer cuando vuelvas?”… desplegué un poco de toda mi filosofía acerca de que antes tenia un trabajo muy bueno, que me ocupaba todo el tiempo, que tenia dinero pero no servía para nada, etc, etc, en resumen después de tanto tiempo en la bicicleta me di cuenta de que se puede vivir con poco y se vive muy bien y de esa manera pienso vivir cuando regrese, le respondí !

El hombre, con voz tranquila, me comentó que él se dedicaba a trabajar la tierra en fincas donde lo contrataban. Trataba siempre de encontrar una finca con un río cerca, para poder pescar, le gusta lo que hace y va cambiando siempre de lugar para no aburrirse, vive tranquilo, vive bien.

Luego de escuchar atentamente esa maravillosa forma de vivir le comenté a manera de reflexión: “que rara que es la vida, yo tuve que hacer un viaje en bicicleta para darme cuenta de lo que realmente quería de la vida y vos simplemente lo elegiste”, a lo que el hombre me respondió “yo pasé nueve años en la cárcel para darme cuenta”.

recorriendo Colombia en bicicletaSubiendo al Alto de Ventanas en Yarumal – Antioquia | Colombia

Parece ser que muchos de nosotros tenemos que pasar por una situación extraordinaria, ya sea, voluntaria o no, para poder “frenar” y hacer un verdadero balance de lo que estamos haciendo de nuestra vida.

No me pareció apropiado seguir la charla y preguntarle porque estuvo preso… en cambio, seguimos hablando de cualquier otra cosa. Luego de un rato seguí mi viaje, sin embargo, yo definitivamente, ya no era el mismo.