Me encontraba sentado en un cafecito del parque de Jardín, Antioquia. Tomaba un tinto y disfrutada de los bellos atardeceres de este encantador municipio, cuna del suscrito además. “Ese “man” fue el que le dio la vuelta a Sur América en bicicleta, vamos a conocerlo, le dijo Carolina al desinteresado y futuro cicloviajero”. Andaban de turismo él y sus amigos…
ADECUAMOS A LA BICICLETA DE MONTAÑA DE PIETRO UN PORTAEQUIPAJES Y ALFORJAS, HICIMOS ALGUNOS AJUSTES PARA QUE ESTUVIERA MÁS CÓMODO, LE ENSEÑÉ A ELEGIR TODO LO NECESARIO PARA LLEVAR. EN CARRETERA, A POCOS MINUTOS DE COMENZAR ESTA MICROAVENTURA, VINO LA MAGIA Y ESA SENSACIÓN DE LIBERTAD.
Fue así que conocí a Pietro. Un tipo agradable, gracioso y hasta inteligente. Su asunto no eran las bicicletas, andaba en moto y planeando viajar en ella por el sur. Pues bien, días después coincidimos de nuevo y hasta una caminata nos hicimos con un grupo de amigos a esa hermosa montaña que es Cerro Bravo. Resulté después de un par de días contándole mis experiencias y consejos de ruta, para su futuro viaje.
LAS PRIMERAS DECISIONES
Vendió su moto y me dijo que quería ensamblar una bicicleta viajera, rápidamente le ayudé con ese tema, con él es diciendo y haciendo. A los pocos días ya estaba subiendo las Palmas, pronto lo llevé a la Catedral y a las trochitas de Caldas. Feliz andaba, tanto que comenzó a ir al trabajo en bicicleta también.
Con su estado físico en recuperación y sintiendo esas mágicas cosas que solo el que va en bicicleta puede describir, ya era hora de dar un paso más allá e intentar salir de la barrera geográfica que para la mayoría es el Valle de Aburrá. Le instalamos un porta equipaje a su nave, compramos un par de alforjas, miramos mapas, le enseñé a empacar y a definir que llevar, algunos truquitos le dije y más.
RUMBO AL SUR OESTE DE ANTIOQUIA
Quien verdaderamente está interesado no se queda solo con lo que le dice otro, así que leyó, esculcó y hasta un par de buenos accesorios instaló a su bicicleta. Era esta la iniciación de un cicloviajero, elegimos ir por la Tolva a Fredonia y de allí a Puente Iglesias, donde tomaríamos La Oculta para pernoctar en Támesis. Fue un día largo, llegamos de noche, pero felices.
Al día siguiente, desayunamos temprano y tomamos la ruta que nos llevaría a Río Frío, allí elegimos llegar a Buenos Aires por la carretera que nunca se terminó, faltaron 1.000 Metros. Un par de cervezas en el camino, risas y pedal. A eso del medio día llegamos al tramo aquel donde hay que cargar las bicis al hombro, para mi sorpresa el hombre quería y más. Después de llegar al pequeño corregimiento de Andes, tomamos un par de caminitos secundarios que nos llevaron a Jardín.
Al día de hoy ya hemos hecho varios viajes, incluso traspasando las fronteras del departamento. Él ha encontrado sus razones para viajar y también su ritmo, ya es alguien del camino. Estoy seguro que pronto lo veremos pedaleando por el mundo…